Si tienes una hija o hijo curioso, inquieto, impulsivo o simplemente con muchísima energía, es probable que te hayan mencionado el término TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad). Para muchas familias, esta etapa de exploración y diagnóstico puede generar más preguntas que respuestas. Y una de las más frecuentes es: ¿Cómo canalizo toda esa energía de forma positiva y saludable?
La danza puede ser parte de la respuesta.
La danza no es solo un arte: es una herramienta educativa, emocional y física que puede ayudar a los niños neurodivergentes a desarrollarse con mayor confianza, concentración y bienestar.
Niños con TDAH suelen tener dificultad para mantenerse quietos o concentrarse por largos periodos. En clase de danza, ese movimiento constante que suele ser un “problema” en otros entornos, aquí se convierte en un recurso.
La estructura de una clase (saludos, calentamiento, pasos, juego coreográfico, cierre) da seguridad, al mismo tiempo que permite libertad para expresarse con el cuerpo.
Aprender una coreografía requiere atención, memoria secuencial, ritmo y coordinación. Esto entrena el cerebro de forma divertida, sin que el niño sienta que está “trabajando en su problema”. Poco a poco, mejoran su capacidad para seguir instrucciones, enfocarse en una tarea y tolerar la frustración.
Muchos niños con TDAH también experimentan ansiedad, frustración o baja autoestima al sentirse “diferentes”. La danza permite liberar tensiones a través del movimiento, expresar emociones sin necesidad de palabras y sentirse parte de un grupo que celebra su individualidad.
Bailar frente al espejo, dominar un paso nuevo o participar en una presentación les da a los niños una sensación de logro real. La retroalimentación positiva de sus maestras, sus compañeros y sus papás les ayuda a construir una autoestima más sólida.
La música, el ritmo, los movimientos y la interacción social activan múltiples canales sensoriales. Para muchos niños con TDAH, esto los mantiene “conectados” y motivados. Además, la danza estimula la creatividad y les da permiso de expresarse sin juicios.
Contamos con maestras capacitadas, ambientes seguros y clases diseñadas para que cada niño —con o sin diagnóstico— pueda explorar el movimiento a su ritmo. No buscamos moldearlos, sino guiarlos con cariño, estructura y empatía.
Si sospechas que tu hijo tiene TDAH o simplemente notas que necesita un espacio donde liberar energía, expresarse y sentirse aceptado… nuestras clases pueden ser el inicio de algo transformador.
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